Y ahí en medio del silencio te encuentras con palabras que te hacen recapacitar y preguntarte si vale la peno o no.
y entonces...
solo esperas al amanecer.
Aquí les dejo uno de mis poemas favoritos.
Cuando quieras llamar al pasado espera al amanecer.
Cuando el punzón del tiempo te busque
no hagas caso a la nostalgia de las madrugadas,
porque la noche convierte todo
en un desfile inagotable de derrotas,
en una inacabable despedida.
No te dejes convencer por los caballeros negros
que te hablen a las tres de la mañana,
ni por el navajazo más sucio de la noche
cuando tu casa parezca Siberia
y no haya más latido que el de un corazón comunicando.
Cuando quieras llamar al pasado espera al amanecer.
Has de saber que por la noche la nostalgia se amplifica,
que Sabina tardo en olvidarla 19 días y 500 noches
y tú no llevas más de 30,
que te quedan muchos relojes por delante,
pero aguanta, muérdete las ganas,
cósete las manos al sillón
donde la calma intenta que escuches su mensaje.
Aunque no haya calma ni consuelo,
espera a la mañana, por favor te lo pido.
Cuando quieras llamar al pasado espera al amanecer.
Porque añorar otro cuerpo a ciertas horas
es dar pedales hacia un muro
y los minutos son poco más que piel de lija
para dejar en carne viva
los deseos que dejaste sin cumplir.
Hazme caso.
Desescribe las palabras,
no las borres —para no dejar ni el cerco—,
limpia las huellas con un verso de Neruda,
camina por la parte oculta de la luna
para que nada dé contigo
y no le des ni una pista a la amargura
porque de noche va de puerta en puerta
ofreciendo su pensión a los más tristes.
Cuando quieras llamar al pasado espera al amanecer.
La luz del alba te salvará de ti,
de la sábana de todos tus fantasmas.
Aguanta, hazlo como sea,
espera a la mañana,
y todo será diferente,
habrás ganado otra batalla.
Entonces podrás celebrarlo,
respirarás aliviado porque el día lo cambia todo de color.
Llena entonces la despensa de luz para las 12,
para las 2, para las 4,
para la noche que de nuevo se avecina,
como una novia con la nostalgia colgada del brazo.
Porque en las horas que restan
vas a tener que librar otra batalla,
la del corazón contra el tiempo,
la del amor contra la noche,
y vas a salir golpeado,
pero por lo que más quieras,
no llames, espera al amanecer.